¿Qué nos habrá hecho el pobre correo electrónico? La, ya casi, vetusta herramienta en el mundo de las nuevas tecnologías se nos va quedando obsoleta sin haber tenido la oportunidad de sacarle todo su jugo .
Dicen que su utilización puede generar problemas de confidencialidad, sobre todo si a través de él se comunican "datos sensibles" Pero no siempre es así. Por ejemplo, imaginemos que alguien quiere perder peso. Establecemos un "acuerdo" con nuestro o nuestra paciente para que nos escriba y envíe todo aquello que ingiere durante unos días, es decir, una encuesta dietetica sobre sus hábitos de alimentación. Nosotros podemos aconsejar cambios, proponer alternativas y reforzar aquello que consideramos que hace correctamente. Amén de complementarlo con mensajes de apoyo para la realización de ejercicio físico. Imaginemos que la paciente puede ser una persona joven, que trabaja y que su disponibilidad para venir a la consulta una vez a la semana es limitada y solo se puede comprometer a venir una vez al mes a pesarse y a revisar toda la información que anteriormente ha compartido. Suena sencillo, ¿verdad?
Supongo que el tipo de información manejado en esta "ciberconsulta" no es tan relevante a efectos de confidencialidad como otras. Aunque lo desconozco.
¿Otro ejemplo? Refuerzos positivos en alguien que quiere dejar de fumar con recordatorios personalizados o con mensajes de refuerzo positivo o información de estrategias que puedan ser puntualmente útiles
En general, todo aquello que suponga promoción de hábitos saludables o cambios del estilo de vida e un terreno muy apropiado para el uso del correo electrónico.
Me pregunto porque no son certificadas las cartas que se envían desde los hospitales con informes de alta definitivos. Cualquiera puede abrir esos sobres y nadie nos garantiza que lo haga la persona a la que van dirigidas. ¿Y quien controla la información que damos telefónicamente?
¿ y a quién se la damos? No he oído nada sobre la instalación de programas de reconocimiento de voz en los teléfonos de nuestras consultas para detectar posibles intentos de suplantación de identidad.
Y aquí andamos hoy, haciendo apología del uso del correo electrónico en plena época de twitter, skype, y demás historias. Parece que me sale la vena vintage.
P.D. me entero a última hora que la culpa es de la LAECSP o ley 11/2007.