miércoles, 23 de julio de 2014

Intercambiando relatos



Leíamos una entrada en el blog  "Atención al paciente. De la esperanza a la confianza" acerca de la importancia de la narrativa en la comunicación entre personal sanitario y pacientes. Nos hablaba Gloria Gálvez de la Medicina Basada en la Narrativa como un nuevo paradigma  desde el que acercarnos a los problemas de salud que los pacientes nos cuentan. La importancia del relato como herramienta que utilizamos para ordenar datos, emociones, para acomodar situaciones incómodas, y como herramienta de conocimiento mutuo porque al fin y al cabo nuestro modo de narrar y relatar es personal tanto en el lenguaje verbal como en el no verbal. Nos parece muy recomendable su lectura. A nosotros nos ha generado alguna que otra reflexión.

No son buenos tiempos para la exploración clínica y la anamnesis. Sobre todo no lo son para esta última. La escasez de tiempo que podemos dedicar a cada paciente no facilita que tengamos calma a la hora de dejar expresarse a los pacientes, nos hace ser más reactivos y en ocasiones provoca que tengamos ya decidida "la ruta a seguir" antes de que haya terminado su discurso la persona que tenemos enfrente. Cada vez necesitamos menos datos para decidir qué vamos a hacer para establecer un diagnóstico. La mayor accesibilidad a las pruebas complementarias tiene como consecuencia que no necesitemos "afinar" tanto en la caracterización de síntomas. La proliferación, nefasta y peligrosa, de los "corta-pega" de textos e informes previos aprovechando las nuevas tecnologías contribuye a crear esa falsa ilusión de que lo que necesitamos son datos y no relatos.

Con el objetivo de medir, cuantificar, registrar de una manera mas cómoda, los modelos de historia clínica electrónica han priorizado desde siempre la utilización de formularios e ítems en detrimento de lo que se llama el texto libre y este es otro elemento que se puede añadir a los anteriores. Pero se sigue llamando HISTORIA clínica.

Quizás deberíamos probar algo distinto. Transformar los interrogatorios en un intercambio de relatos. Uno, el que venga de los pacientes a nosotros, que nos obligue a estar atentos a lo qué nos dice, cómo va colocando los elementos narrativos según para el o ella sean más o menos relevantes, qué nos remarca, cómo acompaña con sus gestos, su mirada, y su tono de voz. Fijarnos en su postura, en la comodidad o incomodidad que transmite, dejarle hablar, fijarnos en dónde se atasca, en que "lugares" de su discurso pasa de puntillas y en cuales se queda más rato, atentos no sólo a lo que le pasa si no también a "cómo vive" lo que le pasa.....Y el otro, por nuestra parte, cambiar las listas de tareas que cumplir por narraciones, utilizando metáforas, experiencias de otros pacientes como ejemplo para ilustrar, motivar ó consolar, incorporar elementos de su relato al nuestro para integrarlos, o como muestra de empatía. Es posible que con el tiempo, aprendamos a relatar mejor y eso tenga consecuencia una mejor comunicación entre todos.

1 comentario:

  1. Gracias por la mención Iñaki. Qué bonita tu reflexión cómo médico que cada día habla con los pacientes, con personas que tienen una historia que contar y que muchas veces, en ese desequilibrio médico-paciente, no les dejamos acabar sus relatos cosa que, por otro lado, acaba afectando a la seguridad del paciente, pues cómo tu bien dices, tenemos decidida la ruta a seguir sin escuchar al paciente.
    Felicidades por la entrada!

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